domingo, 22 de septiembre de 2013

Palomitas!


Contienen hasta un 25% de grasa y  un 3% de sal, però són adictivas delante de una gran pantalla. El precio medio de 100 gramos en un cine es de 3,29 euros, frente a los 0,32 euros que cuestan en una tienda. Con todo, las palomitas representan el gran negocio de las salas de proyección. ¿Qué tienen para despertar esa pasión entre los consumidores?


Ritual del cine
El cine no es, únicamente, una película vista en una pantalla de gran formato. Ir al cine se convierte en un ritual, que se suele llevar a cabo los fines de semana, cuando el estrés laboral ofrece una tregua y la mente solo quiere desconectar, por un par de horas como mucho, del mundo real.

El primer paso para querer ir al cine es no tener nada mejor que hacer. No puede hacer calor, porque si no la playa tira más. No puede hacer mucho frió, porque si no el sofá de casa gana. Se trata de encontrar una tarde de esas tontas, en las que se piensa, ¿qué podemos hacer?. Para esos días, las salas de cine se convierten en las mejores aliadas contra el aburrimiento.
El segundo paso es elegir compañía. Aunque se puede ir solo o con un gran grupo, lo mejor es ir en pareja. De cara a comentar el argumento a la salida es lo más productivo, porque se evita entrar en grandes debates que suelen acabar mal.

Además, el cine se ha convertido en un clásico de las primeras citas, en las que aun no hay mucho tema de conversación, y de las citas más avanzadas, en las que ya no se piensa en conservar, sino en pasar a la acción. Para estas últimas, fila 12 es la más disputada.


Palomitas en pareja
Pero sin duda, lo mejor de ir en pareja es compartir las palomitas. Es en este contexto cuando se hace realidad la máxima de “tres son multitud”, porque resulta poco práctico el hecho de tener tres manos hurgando en el recipiente de cartón.

De palomitas hay de dos tipos, las clásicas saladas y las de colorines, de un sabor dulce ambiguo. Paras las primeras, sobretodo, es necesario un litro de Cocacola, si no se quiere salir de la sala con una úlcera de estómago.

Es en este punto donde se suele producir una disputa entre los cinéfilos y los que van al cine ha echar unas risas. Los primeros no soportan el “crac crac” que hace el maíz hinchado en contacto con los dientes, aunque lo que les saca de quicio es el sorbido de bebida, sobretodo cuando esta ya escasea.


A pesar de ser caras, grasientas e indigestas, las palomitas representan la mayor ganancia de las salas de cine, muy por encima de las propias entradas. Hay consumidores que gastan hasta diez euros únicamente con los Hot Dogs, la bebida, las golosinas y las palomitas. Una gran industria de nutrientes para soportar el coste de películas poco taquilleras y levantar el negocio del cine. 




Oda a las palomitas caseras
E aceite caliente
espera ansioso su llegada,
al entrar en la sartén
parecen perlas doradas.
Saltan como chispas encendidas,
Se abren como flores de alegría.
Al salir de la sartén
lucen vestidas de blanco,
alegres y saltando.
Todas ellas tan finas,
Se deslizan suavemente
Para caer en tu plato.
Al llevármelas a la boca
siento el calor que desprenden
y su sencillez me envuelve. 

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